De la ciudad de México a Oaxaca
Viernes 9 de diciembre de 2005. Salgo del trabajo, paso al banco a proveerme de efectivo. Abordo el metro en la estación Sevilla, trasbordo a otro tren subterráneo en la estación Balderas, llegamos a la estación Zapata y desciendo, salgo del metro y abordo un microbús, pocas cuadras y desciendo, camino dos cuadras y llego a donde vivo, abordamos el vehiculo e iniciamos el viaje.
Por el Viaducto llegamos a la Avenida Zaragoza, el tráfico, sino es ágil, tampoco se detiene, salimos de la ciudad, estamos en la autopista. Avanzamos a buena velocidad. Vamos encontrando peregrinaciones guadalupanas. Este país es guadalupano, todos o casi todos rinden culto a la Virgen de Guadalupe, la virgencita del Tepeyac que se le apareció a Juan Diego. Los peregrinos a quienes encontramos ya van de regreso. Alcanzamos a un grupo de peregrinos en motocicletas, uno de ellos lleva la imagen de la Virgen de Guadalupe en un cuadro atado a su espalda, así la imagen de Guadalupe va viendo a los automovilistas que los vamos alcanzando.
Pasamos Puebla. Seguimos avanzando. Pasamos la caseta de Amozoc. Dejamos la autopista y tomamos la carretera, de dos carriles. Pasamos cerca de Tehuacan, Pasamos la caseta de Miahuatlán. El valle se va convirtiendo en pequeñas lomas. El paisaje de lomas se ha hecho de cerros, cerros cada vez más altos. Termina Puebla. Pasamos el puente Calapa, 110 metros de altura, de un cerro a otro cerro. Principia Oaxaca.
Vamos avanzando en las faldas de los inmensos cerros, algunos tramos de carretera son largos puentes. El paisaje esta tenuemente iluminado, solo se distinguen las líneas que limitan los cerros del cielo, ambos de un color gris oscuro. Vamos ascendiendo, llegamos a la parte alta, a la región mixteca.
La carretera, ahora va entre lomeríos de poca altura, tanto como el terreno lo ha permitido es recta, pocas curvas. Pasamos la caseta de Coixtlahuaca. Pasamos Nochixtlán, es un pequeño valle. Vamos por un tramo de curvas. El tráfico está detenido, pasan vehículos del carril en sentido contrario al nuestro. Empezamos a avanzar. Varios hombres con una maquina y un camino de volteo están despejando la carretera de los restos un derrumbe, piedras y tierra sobre la carretera. Pasamos la caseta de Huitzo. La carretera se amplía, es de cuatro carriles. Avanzamos. Nuestro campo visual, desde la izquierda hasta derecha, es el Valle de Oaxaca, lleno de luces. Llegamos al Valle. Un poco más y un letrero sobre la carretera nos recibe: Bienvenidos a Oaxaca, ciudad colonial.
Avanzamos por la calzada de acceso a la ciudad hasta el primer semáforo, nos toca en rojo y nos detenemos. Enfrente y a la izquierda esta la glorieta con la estatua de Benito Juárez, él con su corbata de moño, su chaleco y su levita, con su mano y brazo izquierdo más que portar la Bandera la abraza, abraza a la Bandera como si ésta fuera La República, a un lado de sus pies yace caída la corona imperial. En la plataforma que sostiene la escultura el lema, el apotegma: El respeto al derecho ajeno, es la paz. Estamos en Oaxaca de Juárez.
sábado, diciembre 10, 2005
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